martes, 18 de diciembre de 2012

Tomates dulces de verano

Creo fervientemente que las verduras y frutas hay que comerlas en temporada. Mi única razón es que ahí es cuando están riquiiiiiisimas. Esta mañana fui a la verdulería y allí los encontré, unos hermosos tomates cherry negros recién cultivados. Y a veces frente a estos hallazgos me emociono y compro demás, y este fue uno de esos casos.
En el camino hacia casa me fui comiendo algunos como snack, estaban super dulces. Llegue a casa y me preparé una ensalada con tomate, palta, rúcula, cebolla morada, lima y aceite de oliva… pero me seguían quedando unos cuantos, así que decidí hacer tomatitos secos para tener guardados. Cortas todos los tomates en mitades y los acomodas  en una asadera boca arriba. Los rocías con abundante aceite de oliva, tomillo, pimienta, sal marina, y finalmente unas cucharadas de azúcar negra.
Lo llevas al horno moderado por hora u hora y media (los vas mirando y te das cuenta). Los dejas enfriar y los podes comer en una ensalada, con pasta salteada, en unas brusquetas, o como se te antoje. Está buenísimo tenerlos en la nevera porque siempre le dan un toque diferente a un plato.
Esta noche elegí para comenzar en una ensalada de tomate, queso feta, alcaparras, aceitunas negras y buena compañía.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Brindis inesperado: Cerezas con chocolate y pimienta!

Domingo de esos en los que pedís que los segundos pasen como minutos. Mañana soleada de paseo por la playa. La tarde me encuentra sentada dispuesta a engullir un gigante bould de cerezas de temporada duras y hasta crocantes cuando están muy frescas. Me interrumpe un llamado, una inesperada visita rumbo al sur que pasa a brindar el fin de año... traen el champagne. Vuelo a la cocina a buscar algo para acompañar y la única respuesta es el cri cri de mis compras ausentes de navidad para brindis ocasionales, pero mis ojos todavía deseosos de aquellas cerezas unen rápidamente tres ingredientes infalibles: cerezas, chocolate y pimienta. Manos a la obra.
Selecciono las cerezas más grandes y con el cabito más rígido para que cuando pase la cereza por el choco no se caiga. Derrito el chocolate hasta que tenga un punto lo suficientemente consistente para recubrir la cereza sin rodar por ella. Muelo la pimienta y ya comienzo a rebosar las cerezas en la preparación simplemente sumergiéndolas. Las coloco una vez recubiertas en una placa con papel manteca y una vez terminadas a la never a endurecer el chocolate. En 10 minutos una sencilla elaboración y un sabor inigualable. Las burbujas chispean en la boca con un dulce picante de ácido final y una charla que nos lleva a lugares insospechados. Siempre me gusto la sensación que deja la primer copa de champagne en el cuerpo.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Bar du Marché

Los lugares son por lo que son y por lo que pasa en el momento que los conoces.
Llegamos sin buscar llegar. Nos llevo el hambre en una tarde de verano en la que no quisieron atendernos. Gracias!.
El lugar es pequeño acogedor y la propuesta sencilla… reminiscencia de los pequeños bares del viejo París.
Una tabla de quesos donde descubrí un roquefort de cabra excelente, y una ensalada de burrata en su  punto.
Carta de vinos por copa muy muy recomendable, a nosotros nos acompañó un excelente Cabernet Franc.
Un momento suave, rico, divertido, transparente, justo!. De esos momentos que se guardan en el corazón.
(Bar du Marché: Nicaragua. 5946, Palermo)

martes, 27 de noviembre de 2012

Cous cous o Cuscús con hongos

En la cocina también hay modas. Aparecen alimentos, preparaciones, orígenes, y de repente pum! fuera, desaparecen para quedar en el olvido y dar lugar a otras novedades.
El cuscús apareció hace unos años en mi vida, excelente descubrimiento porque me encanta.
Cuando lo vi por primera vez me hizo acordar a las municiones que me ponía mamá en la sopa cuando era chiquita y me surgió algo así como un amor (aunque luego al probarlo nada que ver). Y finalmente, lo mejor en estos tiempos que corren, es facilísimo de preparar, aunque a algún vivo se le haya ocurrido poner las instrucciones en árabe en la caja.
Para la preparación:
1 tazas de cuscús
1 cebolla colorada
Champiñones y portobellos
Queso fresco
Aceite con trufa
Romero
Soja
Lima
Escamas de sal marina
Primero que nada preparar el cuscús. Colocas en una olla la mismas porciones de agua que de cuscús que vayas a hacer, sal y aceite de oliva. Una vez que el agua rompa el hervor retiras del fuego, hechas el cuscús tapas y esperas un rato y MAGIA! Ya está hecho. Hecha otro poquito de aceite de oliva y remueve para que cualquier posible grumo se despegue. Queda bien suelto y sabroso.
Cortas la cebolla bien pequeñita, rehogas en  una sartén, luego colocas los hongos fileteados y esperas a que echen su agua y la reduzcan, agregas generosamente el aceite con trufa, unos chorritos de soja y el romero. Una vez que está todo bien doradito, incluís el queso fresco cortado en daditos para que tome los aromas y se entibie, finalmente  agregas el cuscús a la mezcla, integras y servís.
Una vez en el cuenco que hayas elegido para comerlo, y antes del primer bocado, le exprimes lima por encima y lo rocías con unas escamas de sal marina y bon appetit!.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Retomando buenos hábitos

Aquí estoy nuevamente.
Esta mañana me levanté contenta, en medio del silencio que inunda la casa por las mañanas, me preparé un café con pan horneado de anoche. Mientras miraba por la ventana comencé a saborear el pan y de repente no pude parar de llorar.
Me resultó extraño porque no me sentía melancólica, aunque al rato divagando entre mis pensamientos todavía un poco dormidos y enjuagándome las lágrimas que salían a borbotones, comprendí recordando la película “Como agua para chocolate” que aquel llanto generalizado fue síntoma de una intoxicación extraña.
Un año y medio después amase no sólo el pan. En contacto con la humedad de la levadura y la untuosidad del bollo entre mis dedos fui registrando cada pequeño dolor de mi alma. Miré de frente a este nuevo padre y con el los recuerdos de infancia, atravesé la ingenuidad de mi todavía niña, reconocí la pérdida de mi pecho, un poco de salud y ver que las cosas también son posibles de otra manera, acepté dejar de ser amada, y dejé vibrar el dolor en mi pecho. No lloré, pero me pasa algo últimamente y es que siento tanto que por momentos me parece como si me fuera a estallar el corazón.
Dicen que las penas con pan son menos, y aunque este me haya salido un pan melancólico, creo, como dije en aquel primer post de este blog, que mi contacto con la cocina se produce cuando estoy en contacto conmigo, y quiero retomarlo.
Como todos los procesos, ahora lo entiendo, esto se irá dando como surja. A veces poco, a veces mucho, pero aceptando lo que surja.
Tengo ganas de este nuevo comienzo.
… “- ¿Sabes qué me encanta de cocinar? - ¿Qué te encanta? - Que después de un día en que nada es seguro y cuando digo "nada" quiero decir "nada", puedes llegar a casa y saber con certeza que si le agregas yemas de huevo al chocolate, azúcar y leche se va a espesar. Eso me reconforta. (Julie & Julia).